Inversiones 13/04/2021 - 05:22

Como en el Póker, las inversiones digitales deben evitar los extremos

Autor Por Redacción Cripto247
Como en el Póker, las inversiones digitales deben evitar los extremos
Como en el Poker, las inversiones digitales deben evitar los extremos

Es necesario conocer los riesgos que presentan este tipo de colocaciones y las herramientas disponibles para minimizarlos,

En las finanzas existe una regla de oro desarrollada por el Premio Nobel de Economía y profesor de la Universidad de Standford, William Forsyth Sharpe, que mide la viabilidad de cualquier inversión. Además del beneficio, Sharpe propuso en 1962 un Modelo de Valoración de Activos Financieros (CAPM, por sus siglas en inglés) con una simple ecuación de segundo grado de matemáticas.

Consistía en restar a la posible rentabilidad de una inversión el interés de un activo libre de riegos (como, por ejemplo, los tipos de los bonos del Tesoro a 10 años), y dividir el resultado entre la volatilidad o el riesgo de dicha inversión. Con esta ecuación, cualquier inversor tendría un conocimiento más ajustado de la rentabilidad obtenida al asumir mayores riesgos.

En este sentido, las inversiones digitales han provocado una auténtica revolución frente a las tradiciones, lastradas por los ultrabajos tipos de interés de los bonos y la inestabilidad económica que afecta a los principales índices de bolsas. Sin embargo, es necesario conocer los riesgos que presentan este tipo de colocacioneslas herramientas disponibles para minimizarlos, algunos de los cuales están asociados a factores externos a estos activos como la suplantación de identidad, el hackeo de dispositivos y la sustracción de contraseñas.

Después de criticarlos y alertar sobre los deficientes datos objetivos para analizarlos, los principales fondos en gestión de activos financieros del mundo, como JP Morgan Chase o BlackRock han empezado tímidamente a incluir las criptomonedas en sus carteras de inversión, aunque siempre de una manera muy limitada para que solo representen entre el 3% y el 5% del portfolio de sus productos. 

Un inversionista conservador, por ejemplo, colocará todo el dinero en activos de deuda, como los bonos; mientras que la típica inversión moderada se repartirá entre deuda y valores de renta variable en los principales mercados bursátiles en una proporción del 60% y el 40%, respectivamente.

En el plano financiero, Bitcoin y otras criptomonedas similares, como Binance Coin (BNB); Ethereum (ETH) o Cardano (ADA), funcionan de forma autónoma como una divisa virtual sin el respaldo de ningún país o Banco Central. En un principio, su credibilidad está basada en su masa monetaria, que nunca excederá, en el caso de Bitcoin, de los 21 millones. El 80% del total de bitcoins ya ha sido puesto en el mercado, y la dificultad de acuñar más monedas –mediante la minería digital- aumenta según se acerca a esta cifra, mientras que las comisiones que obtienen los mineros por este trabajo disminuyen.

Sus más fervientes defensores destacan que según aumente el número de usuarios que poseen Bitcoins también lo hará su precio, pero nadie sabe con seguridad qué ocurrirá cuando se alcancen esos 21 millones de Bitcoins en el mercado. ¿Se permitirán minar más Bitcoins? ¿Se estabilizará su precio entre un encaje máximo y mínimo? ¿Terminarán entonces las olas especulativas? Además, existe el riesgo creciente de que el Banco Central Europeo (BCE) o la Reserva Federal de Estados Unidos aumenten la supervisión y la regulación de las normativas sobre las criptodivisas, lo que podría impactar en su confianza y su precio.

Más allá de su carácter volátil y especulativo, los principales problemas que afectan a las criptodivisas -además de su fluctuante cotización- tienen que ver con su gestión y comercialización. El anonimato de las transacciones, los fallos en la custodia, la opacidad de los intermediarios, los ciberataques y ransomwares son algunas de las denuncias que rodean el universo de las criptomonedas. En la mayoría de los casos, estos timos corresponden a fraudulentas estafas piramidales de Initial Coin Offering (ICO) y administradores falsos, en las que los primeros beneficios y rentabilidades se sustentan con los ingresos de los nuevos clientes. Cuando la cartera deja de incorporar inversionistas, el esquema se derrumba y no hay dinero para pagar los prometidos retornos.    

Por último, otro de los factores más relevantes que lastran la democratización e implantación de las criptodivisas en la sociedad es que estas monedas digitales todavía no son aceptadas para pagar en comercios o realizar transacciones, y es una incógnita si algún día lo serán.

 

 

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