La Bitcoineta: Mis seis días arriba de la camioneta que busca acercar la tecnología a la gente


La experiencia de viajar en una gira a Uruguay con cinco referentes bitcoiners
8.07 del viernes 11 de enero me deja en Espacio Bitcoin Carlos, un taxista uruguayo que no tenía la menor idea qué es bitcoin y mucho menos qué es blockchain. Automáticamente toco timbre en el edificio referente del ecosistema cripto de América Latina. Llevaba conmigo un bolso rosa, una mochila con la computadora, cargador y yerba, un celular con una playlist de Spotify de música latina y otro bolso con un juego de sábanas y toallas. Emprendía una gira por tierra con la Bitcoineta de 6 días con 5 referentes bitcoiners a tres localidades uruguayas: Colonia, Montevideo y Punta del Este.
El viaje tenía dos objetivos, por un lado escuchar a los uruguayos, sus usos y costumbres sus desafíos y necesidades, y por el otro, ver de qué manera bitcoin y esta tecnología puede ayudarlos. 8.35 estábamos los seis arriba de la furgoneta, conocida desde junio pasado como La Bitcoineta, una iniciativa sin fines de lucro que propone generar puentes entre quienes están desarrollando las tecnologías que van a cambiar el mundo y los distintos ecosistemas productivos, sociales, culturales y económicos.
Los tripulantes de esta evangelizadora gira eran Rodolfo Andragnes (ONG Bitcoin Argentina), Franco Amati (Signatura, ONG Bitcoin Iberoamérica), Sebastián “Chevy” Contreras (La Bitcoineta), Federico Andragnes (ONG Bitcoin Argentina), el eslovaco Ivan Kaleja (ONG Blockchain 4 Humanity) y yo (Cripto247). Todos ellos voluntarios de tiempo, de anécdotas, de experiencias.

La Bitcoineta en sus más de seis meses de vida ya recorrió más de 20 mil kilómetros en 5 países de América Latina. Al igual que el concepto de peer-to-peer, la iniciativa apunta a conversar con las personas en lugares donde el conocimiento y la tecnología no suelen llegar. Un grassroot bitcoiner, una asociación de personas voluntarias que se acercan y participan de manera espontánea, sin una estructura de poder detrás. Sin partidos políticos, sin gobiernos, ni manipulaciones, ni una institución centralizada. Igual que Bitcoin. Una máquina que vive gracias a la voluntad de sus miembros y de las comunidades que se acercan a explorar todo este nuevo universo.
El primer día de ruta no fue fácil. Medialunas y criptomate amargo mediante, encaramos la ruta para el lado de Gualeguaychú con el objetivo de atravesar la frontera y almorzar algo rápido en Mercedes. A las 19 nos esperaba el primer meetup en Colonia. Saliendo de Buenos Aires agarramos un lomo de burro demasiado rápido, y los amortiguadores (luego descubrimos que el problema se llamaba rótula) empezaron a hacer ruidos de casa embrujada. Pero hodleamos y llegamos a tiempo para ver el atardecer en la hermosa ciudad de 20 mil habitantes.
Franco tiene hecha dos presentaciones, una más técnica y otra más general, dependiendo del público que aparezca en cada una de las reuniones. Son charlas muy amenas, desprejuiciadas, y preparadas para que los noobs puedan aprender el abc sin morir en el intento. Una señora de unos 50 años vino a este primer meetup pensando que el bitcoin era una de las tantos esquemas ponzi que andan dando vuelta. “Vine pensando que me iban a vender algo”, contó segundos después de que terminó la charla. Pensó que esta tecnología era el Herbalife 2.0. Se fue a los abrazos y escuchó la charla que dio Rodolfo sentada en la punta de la silla, al lado de un chico de 14 años. Sí, 14, que se enteró por las redes sociales y se acercó para aprehender. Recuerdo haber pensado qué estaba haciendo yo a esa edad (seguramente nada que ver con querer aprender) y cómo la curiosidad es el primer paso al éxito.
Esa noche fue catastrófica (exagerando). Perdimos las llaves de uno de los departamentos donde íbamos a pasar la noche (para mantener el misterio no voy a revelar quién fue), evento que implicó llamar al cerrajero de urgencia para luego desmayarnos en la cama, al menos por las siguientes 6 horas.
168.6 km después, llegamos a Montevideo. En el medio del trayecto a la capital uruguaya, otro miembro de La Bitcoineta se da cuenta que había perdido su DNI así que el resto armó el operativo necesario para asegurarle la vuelta a tiempo con el resto de los compañeros. En ningún momento de lo seis días de viaje se habló del precio de la criptomoneda más famosa. Yo esperaba que se hable del tema dentro de la camioneta o durante alguna cena, pero eso no ocurrió jamás. Quizás por estar acostumbrada a las reuniones con amigos o con la familia en donde siempre sale el tema (¿está de moda?) y donde, casi como pegado a su nombre, aparecen las palabras precio, burbuja, complicado, mala inversión. Plebs y nada más.
Si bien Montevideo en enero podría formar parte de alguna locación de The Walking Dead, en la reunión planificada para el sábado se acercaron unas 30 personas, de las cuales unas 10 (quizás menos) jamás habían hecho una transacción con bitcoin. La charla, entonces, derivó en conceptos más básicos: fundamentals, usos de bitcoin (medio de pago, reserva de valor), las cualidades de ser resistente a censuras, inconfiscable y privado, portable, resistente a emisionismo. También se tocaron algunos de sus actuales obstáculos o desafíos como la privacidad, la regulación prohibitiva o restrictiva, la escalabilidad, y sus competencias (altcoins). Unas cervezas y una linda terraza dieron por finalizado el segundo meetup de la gira.

El tercer encuentro se realizó en la coqueta ciudad de Punta del Este durante el evento anual de tecnología Punta Tech. La tarde del lunes pasado estacionamos a La Bitcoineta en la puerta del Centro de Convenciones y conversamos con aquellos interesados que, o nos conocían por las redes sociales, o simplemente se acercaban por mera curiosidad. Era un evento de tecnología y finanzas, por lo que el auditorio, en principio, ya conocía al bitcoin al menos por el nombre. A eso de las 12 de la noche, los argentinos Franco Amati y Gabriel Kurman (RSK) hablaron en el panel de criptomonedas sobre cómo las ICO ayudaron a democratizar la inversión y sobre el valor transaccional de las stablecoins, entre otros temas.
Por miedo a que se termine de romper la rótula, los creadores del itinerario de la gira decidieron dejar a la localidad de Paysandú para otra ocasión. Por eso, emprendimos la vuelta vía Montevideo. El martes por la tarde nos juntamos en la capital uruguaya con una programadora de RSK, una abogada interesada en la tecnología blockchain, un trader de criptomonedas, un diseñador industrial, y algunas otras personas más que no habían podido asistir al meetup de unos días atrás. Uruguay está creciendo, y tanto es así, que la próxima LaBitConf se realizará en este país.
La vuelta fue tranquila. Con música de los 80 elegida por Chevy mientras el resto descansaba o ayudaba con el GPS (¿qué eran los mapas?). Un viaje que no promete objetivos irrealizables. No hace recomendaciones financieras ni intenta imponer visiones sesgadas de la realidad. Al igual que los principios que guían al Bitcoin, la Bitcoineta es fiel a la transparencia, al trabajo (nada es gratis), al diálogo, a la no discriminación, a la no censura y al ayudar al otro. Simplemente, la Bitcoineta es apetito por enseñar, por escuchar y por aplicar la tecnología que puede y está cambiando al mundo. Un kilómetro a la vez.