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Los contratos inteligentes, también conocidos como smart contracts por su definición en inglés, son programas informáticos que se ejecutan automáticamente y de forma autónoma en una red blockchain.

Básicamente, son transacciones condicionales que se rigen por la estructura “Si X, entonces Y”. Este código permite que la cláusula Y se ejecute automáticamente sin intermediarios, tercero de confianza ni la acción de alguna de las partes.

Los contratos inteligentes “viven” dentro de un sistema que no es controlado por ninguna de las partes y se ejecutan como el comando informático if-then (si-entonces) de un sistema básico de computación: cuando se dispara o ejecuta una condición preprogramada (if), condición que no está sujeta a ningún tipo de valoración humana, el contrato inteligente ejecuta la cláusula contractual correspondiente (then).

Esto asegura, hace cumplir, y ejecuta acuerdos registrados entre dos o más partes. Este programa consta de scripts (código) en lenguajes de programación: líneas de código y comandos redactados en lenguaje informático. Es así entonces que al no estar redactado en el lenguaje cotidiano (palabras en un idioma hablado) no está sujeto a interpretación y por eso decimos que se autoejecuta.

Los contratos inteligentes se basan en la tecnología blockchain, un registro digital distribuido e inmutable que almacena todas las transacciones. Esto significa que los términos del contrato, las condiciones y los resultados de la ejecución son visibles para todas las partes involucradas y no pueden ser alterados o falsificados.

Por otra parte, al ser programas de computación, su contenido está escrito en scripts (código) en lenguajes de programación: líneas de código y comandos redactados en lenguaje informático. Al no estar redactado en el lenguaje cotidiano (palabras en un idioma hablado) no está sujeto a interpretación y, como todo software, cuando se cumplen sus condiciones, se autoejecuta.

Un contrato inteligente no difiere mucho de uno tradicional, pero se diferencian por ser digitales, estar escritos en código y registrados en la blockchain.

Para que un contrato sea considerado inteligente son necesarias tres cosas:

1. El contrato debe consistir en algo más que la mera transferencia de criptoactivos de una persona a otra, como por ejemplo un pago.

2. Deben estar implicadas dos o más partes.

3. La implementación del contrato no debe involucrar participación humana después de que el contrato haya sido registrado en la blockchain.

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¿Cuáles son las ventajas de los contratos inteligentes?

Los contratos inteligentes ofrecen una serie de ventajas sobre los contratos tradicionales, como por ejemplo:

  • Seguridad: la tecnología blockchain garantiza la seguridad y la integridad del contrato, y así se evitan fraudes y manipulaciones.
  • Transparencia: todas las partes involucradas en el contrato tienen acceso a la información en tiempo real, lo que aumenta la transparencia y la confianza.
  • Eficiencia: los contratos inteligentes eliminan la necesidad de intermediarios, como abogados o bancos, lo que reduce costos y agiliza los procesos.
  • Precisión: los smart contracts se ejecutan automáticamente de acuerdo a los términos predefinidos, lo que minimiza errores y disputas.

¿Para qué se pueden usar los contratos inteligentes?

Los contratos inteligentes tienen una amplia gama de aplicaciones en diversos sectores. Algunos ejemplos son:

  • Finanzas: pagos, transferencias de dinero, préstamos, seguros.
  • Cadena de suministro: seguimiento de envíos, gestión de inventarios, control de calidad.
  • Propiedad: registro de escrituras, alquileres, compraventas.
  • Salud: almacenamiento de registros médicos, gestión de seguros de salud, seguimiento de ensayos clínicos.
  • Gobierno: votación electrónica, gestión de identidades, registro de empresas.

Futuro de los Contratos Inteligentes

Hay dos factores que hacen que los contratos inteligentes pasen a ser el standard en muchos tipos de acuerdos y transacciones.

El primero tiene que ver con la internet de las cosas (Internet of Things). Esta revolución hizo que cada vez más las personas y los objetos estén conectadas 24/7 a internet. De acá a unos pocos años la información disponible online acerca del estado de los objetos y las personas habrá crecido exponencialmente y el acceso a dicha información en la nube estará mucho más al alcance de todos.

El segundo factor tiene que ver con los costos y la eficiencia. Los riesgos que existen en las relaciones contractuales tradicionales a menudo se mitigan mediante la debida diligencia adecuada y otras medidas.

Este enfoque tradicional suele ser costoso y, en muchos casos, crea costos transaccionales que frustran las transacciones económicamente eficientes. Los contratos inteligentes tienen la capacidad de reducir significativamente, o en algunos casos, eliminar estos costos transaccionales.

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